ESGUINCE DE TOBILLO

Se denomina esguince a la distensión, desgarro o rotura de mayor o menor grado de uno o varios ligamentos. Los ligamentos son bandas de tejido conjuntivo fibroso que se disponen en las diferentes articulaciones de nuestro cuerpo y les proporcionan estabilidad permitiendo un movimiento controlado de las articulaciones.
Si el movimiento de la articulación va más allá de su rango fisiológico, los ligamentos se tensan e informan al sistema nervioso para que este elabore una respuesta en forma de contracción muscular para proteger y estabilizar esa articulación.
Sin embargo, este sistema de regulación de nuestra postura a veces falla, por lo que ante un movimiento forzado de la articulación se pueden ver dañados uno o varios ligamentos.
Mecanismo de la lesión
El esguince de tobillo es una lesión muy común. Suele producirse ante un hecho traumático como una torcedura, caída o durante la práctica deportiva.
En función del mecanismo lesional, pueden verse afectados los ligamentos de la parte externa o interna del tobillo.
Síntomas
Tras sufrir un esguince, los síntomas característicos son: dolor, inflamación, derrame en mayor o menor grado, tumefacción y limitación del movimiento.
Existen tres grados de esguince según la gravedad del mismo, que abarcan desde un ligero dolor e inflamación de la zona por rotura parcial de ligamentos hasta la rotura total que implica dolor severo, limitación funcional e incluso fractura.
Tratamiento del esguince de tobillo
Es importante tratar el esguince desde el momento de la lesión para evitar complicaciones y secuelas. Por el contrario, un esguince mal tratado puede acabar convirtiéndose en un problema crónico con consecuencias para el tobillo y a la larga tener repercusión en rodillas, caderas y espalda.
El tratamiento durante la fase aguda consiste en la aplicación de frío para disminuir o evitar la inflamación y la inmovilización parcial de la articulación si fuese necesario. La inmovilización parcial, consiste en la aplicación de un vendaje funcional que permite el apoyo y la movilidad controlada manteniendo la compresión en la zona para disminuir la inflamación.
En ocasiones, debe inmovilizarse totalmente la articulación si el desgarro es muy grave o existe sospecha de lesiones más severas como puede ser una fractura. Esta inmovilización completa, se debería producir sólo en estos casos y no superar la semana de duración, ya que la movilidad precoz, siempre dirigida por un profesional de la salud, ayuda a que los ligamentos se reparen de forma más rápida, eficaz y ordenada.
En medida que disminuye la inflamación y el dolor, se debe orientar el tratamiento a la recuperación de la fuerza y propiocepción del tobillo para restablecer un buen funcionamiento articular. Tu fisioterapeuta te indicará la progresión de ejercicios que debes hacer y te explicará su correcta realización para que recuperes la completa función y movilidad del tobillo.
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